Sembrando esperanza: un médico venezolano y su santuario en Perú
“La oportunidad de prestar servicios como médico es algo muy parecido a un milagro”, dice Jesús, traumatólogo venezolano.
Sin embargo, el caos que su país ha estado enfrentando impidió que progresara en la profesión elegida. Cuando Jesús se enteró que iba a ser padre, inmediatamente empezó a concretar su sueño de tener un futuro estable en la vecina Perú.
Perú tiene la segunda mayor población de migrantes y refugiados venezolanos en la región, albergando a 1,5 millones de los 7,7 millones de venezolanos que se fueron del país en años recientes debido a la crisis económica y social que el país estaba viviendo.
Muchos profesionales calificados, entre ellos enfermeras, terapeutas y médicos, si bien cuentan con cualificaciones muy deseadas han tenido que enfrentar ocasionalmente barreras administrativas que les han dificultado la práctica en el país de acogida.
Esto fue lo que ocurrió con Jesús que llegó a Tacna, una ciudad fronteriza con mucha vida entre Perú y Chile, en 2018. Cuando Jesús llegó no pudo validar su licencia médica, un proceso oneroso y que consumía mucho tiempo, hasta un año para ser completado. Con total determinación trabajó en una serie de trabajos alternativos para ahorrar lo suficiente como para poder concretar el proceso de validación.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ayuda a los migrantes a integrarse a los nuevos ámbitos. Y una de las maneras de hacerlo es brindando apoyo para la validación de sus títulos académicos. Jesús pudo acceder a tal asistencia de parte de la OIM y ahora está felizmente empleado en una clínica privada en Tacna.
Photo: OIM/Gema Cortes
“Lo que yo hago aquí me permite tener una vida mucho mejor que la que tenía en Venezuela”, dijo.
La clínica se ha convertido en un crisol y hay muchos doctores venezolanos que tratan tanto a peruanos como a chilenos. La colaboración entre médicos peruanos y venezolanos aquí ejemplifica la camaradería entre culturas.
Jesús se considera muy afortunado de haber encontrado finalmente un lugar en el que puede practicar la medicina y progresar.
“Para mí es un sueño hecho realidad. Nosotros los médicos aportamos una gran dosis de conocimiento a este país”.
Su melódico acento venezolano, que le recuerda sus raíces, es un consuelo para sus pacientes, incluso en medio de discusiones sobre cirugías y tratamientos complicados.
Jesús reflexiona acerca de su viaje y reconoce que su corazón siempre pertenecerá a su patria.
“Me fui de Venezuela pero no la he olvidado. Sin embargo, trabajar en esta clínica me permite hacer lo que siempre he soñado hacer, rodeado de un grupo de profesionales extraordinarios”.