Soldado adecuadamente: un buen cierre para el viaje de un migrante de Gambia  

Habiendo crecido en Gambia, Sainey siempre luchó para poder llegar a fin de mes puesto que las oportunidades laborales en esta pequeña nación de África Occidental eran prácticamente nulas.  

“El ambiente político hostil creó un entorno también negativo para las personas jóvenes como yo”, comenta Sainey. “Sentíamos una gran presión en lo relacionado con llevar un plato de comida a la mesa familiar, entre otras necesidades como los gastos de educación de mis hijos, los cuidados de la salud y la ropa”.

Sintiendo la responsabilidad de sostener a su esposa y a sus seis hijos como una pesada carga, Sainey tomó la difícil decisión de irse de su casa y buscar trabajo afuera.  

Con los pocos ahorros con los que contaba se embarcó camino hacia atrás (término utilizado para referirse a la migración irregular). El plan era simple: irse de Gambia vía Senegal, Mali, Níger y Libia, para establecerse finalmente en Italia. Durante su viaje el dinero se terminó y tuvo que quedarse en Libia y buscar un empleo para poder pagarles a los traficantes que estaban organizando su viaje por el Mar Mediterráneo rumbo a Italia.  

En Trípoli Sainey consiguió trabajo como soldador y albañil. Fue un período duro puesto que tuvo que vivir en las sombras, con temor de ser apresado y sin posibilidad alguna de mostrar documentos oficiales si se los pedían.  


OIM

“Yo estaba con mucho trabajo en el taller de mi empleador, pero lo que me pagaban era muy poco”, recuerda. “Aun así seguí trabajando con la esperanza de que un día iba a conseguir reunir la suma para realizar el cruce y concretar mi sueño. Pero esa esperanza se esfumó mucho antes de lo imaginado”.  

Un día fue arrestado por una pandilla y detenido por casi cuatro meses.  

“Quedé sujeto a un tratamiento inhumano, sin comida, sin acceso a agua potable y sin servicios médicos. Me atacaron distintos insectos y sufrí graves afecciones en la piel”.  

De a poco Sainey perdió toda esperanza de llegar a Italia y finalmente decidió retornar a Gambia para reunirse con su familia. Con la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pudo subirse un avión que lo llevaría de regreso a su hogar.  

Sin embargo, el regreso a su comunidad tras un viaje migratorio fallido le planteó nuevos desafíos.  

“Sufrí estigmatización y discriminación de parte de mis vecinos. Dijeron que yo era un ‘cobarde’ por no haber logrado llegar a Europa. Sin embargo mi familia no dejó de apoyarme en todo momento”.  

Un mes después de haber regresado a Gambia la OIM le entregó el equipamiento necesario para poder abrir su propio taller de soldaduras y comenzar con un nuevo viaje: el viaje de reintegración.  

“Fabrico y reparo techos de hierro para inmuebles. Ahora gano lo suficiente como para poder mantener a mi familia e incluso puedo también ayudar a mis padres”.  

Incluso durante la pandemia adaptó sus capacidades y se dedicó también a soldar coches. Esta actividad sirvió para que sus ingresos siguieran siendo estables. Muy agradecido por lo lejos que pudo llegar, Sainey ahora está brindando nuevas oportunidades a los jóvenes en su país.  


OIM

“Puedo dar trabajo a cuatro jóvenes y a otros tres aprendices. Les pago bastante bien. De a poco han ido mejorando y eso me pone verdaderamente feliz”.