“Siendo un emprendedor migrante he aprendido a perseverar”

Vengo de una familia trabajadora y desde joven siempre he sido muy independiente y luchador. A los 16 años comencé a trabajar en la cocina como lavaplatos para contribuir económicamente en mi casa y pagar mis estudios de bachiller. 


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Entrar al medio gastronómico no estaba entre mis prioridades. Inicialmente lo hice por necesidad, pero después de muchos años comprendí que quería seguir con el legado familiar, y era un talento que se iba desarrollando gracias a mi mamá y mi abuela, quienes me inculcaron su pasión por la cocina desde niño. 

Pasaba el tiempo y nunca me imaginaba que iba a dedicarme a esto. Muchos dueños de los restaurantes con los que trabajaba me motivaban a crecer e incluso para seguir fortaleciéndome pagaron mis estudios para lograr estudiar gastronomía. 

En 2016, me ofrecieron una oportunidad laboral única: dejé mi país para irme a San Pedro Sula, Honduras, para trabajar en un restaurante mexicano, pero ante la situación política que atravesaba el país en esa época, el restaurante pasó por momentos de crisis, por lo que tuvo que cerrar después de un año y medio.  

Sentía que fracasaba, los recursos se me iban agotando y no era fácil encontrar trabajo. Pasé por momentos de incertidumbre sobre el querer volver a mi país, pero yo ya que me sentía parte de Honduras. Sin que nada me detuviera y siendo un migrante en este país, me aventuré a emprender mi propio negocio. 

Con todo el conocimiento y la experiencia que obtuve a lo largo de mis 25 años de carrera, pensé que sería bueno crear una escuela de gastronomía. El boom en la ciudad era que cada vez mayor: se creaban nuevos restaurantes de comida variada, la gente quería crear sus propios negocios de comida. Así que me dije: “es ahora o nunca que debo empezar a impulsar mi carrera y qué gratificante sería dar esta oportunidad a los demás”. 

Para generar un poco de dinero extra y sacar adelante mi negocio, en mi casa durante mis tiempos libres sacaba la “planchita” y preparaba comida para mis vecinos. 

Siendo emprendedor y migrante, lo mejor que he hecho ha sido perseverar. Lo aprendí de mi abuelo, quien también fue migrante


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He logrado crear dos restaurantes de comida mexicana en Honduras y con el apoyo de mi socia, Melina Ramírez, también fundamos el Colegio Culinario Sampedrano, la Escuela Hondureña de parrilleros y Pastry & Bakery School. Me siento contento en saber que puedo formar cocineros y cocineras y poder brindarles las herramientas necesarias para que cumplan sus sueños. 

Siendo emprendedor y migrante, lo mejor que he hecho ha sido perseverar. Lo aprendí de mi abuelo, quien a pesar de las dificultades decidió tomar la ruta migratoria hacia Estados Unidos a finales de la década de los 80 para sustentar a mi familia en México. 

Considero que las personas migrantes ayudan a desarrollar la sociedad donde sea que estén. La empatía es necesaria en especial para derribar barreras y seguir adelante con nuestros sueños.